#Tokio2020 A raíz de la pandemia del coronavirus se tomo la decisión de cancelar los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
(Por La Nación)
¿Tenía sentido prolongar la decisión de posponer los Juegos Olímpicos de Tokio? "Falta mucho, no hay que precipitarse", decían desde el Comité Olímpico Internacional (COI) y del Comité Organizador de Tokio 2020. Cuando el veterano dirigente de la entidad Dick Pound dijo el 25 de febrero que se iban a tomar tres meses para decidirlo dado el cuadro mundial por el coronavirus, pateó la pelota sabiendo que el destino era inexorable. El mismo personaje apareció hace unas horas, adelantando la noticia sobre la postergación al diario USA Today. Muchos lo descalificaron con aquel primer mensaje, pero lo que queda claro hoy es que Pound es como una suerte de mensajero no tan encubierto.
Hay miles y miles de millones de dólares en juego, Japón hace un año que tiene todo listo para conmover al mundo con un salto de calidad tecnológico con su sello y todos creen que son inmunes. Además, ¿cómo se van a tocar los Juegos Olímpicos? Ese era el pensamiento desde la omnipotencia. Basado en fortalezas históricas. Hasta que se chocan con la realidad que no quieren ver. O que hacen que no ven. De eso tenemos sobradas muestras en nuestra propia tierra.
Al extender la no comunicación de una decisión que se maduraba puertas adentro por una cuestión de lógica, el COI y Tokio 2020 soslayaban la salud de los atletas y de las 20.000 personas que se mueven en derredor de una competencia de esta envergadura. ¿Qué más nocivo hoy que una Villa Olímpica, con la convivencia de millares de personas, cuando se reclama aislamiento desde la OMS? Absurdo pensar lo contrario. Bueno, para absurdos, ya lo tuvimos bien cerca: la dilación en la suspensión de la Copa Superliga. ¿Es que a los dirigentes del COI les faltaba también sentido común como a los directivos del fútbol argentino y gobernantes?
Si algunas mentes brillantes especularon con que el respaldo vendría del lado de los protagonistas, con que serían "los atletas" los que empujarían a respetar el cronograma del 24 de julio al 9 de agosto, le erraron en el diagnóstico: quedó claro, más allá de beneficiados y perjudicados con la postergación hasta 2021, que la frase "de la cancha me sacan con los pies para adelante" es figurativa. Cancha, piscina, pista, parquet: donde sea. Nadie va a morir, o correr el riesgo, en pos de una medalla o de un diploma. La presión de los comités nacionales, aún a expensas de los perjuicios económicos y deportivos que puedan tener, hizo su parte en la pulseada con el poder.
Podrá contemplarse con perplejidad cómo es que el Tour de Francia, la emblemática prueba ciclística, mantiene sus fechas: 27 de junio al 19 de julio. No debería ser pospuesto, anuncian desde el propio ministerio de Deportes francés. Y prometen medidas de seguridad para su normal desarrollo. ¿Normal? Suena irrisorio que den garantías sobre una carrera de ciclismo, por más importante que sea, cuando no pudieron brindárselas a las 860 personas que ya ha muerto en ese país como consecuencia de la pandemia. Sería una sorpresa ver a los célebres escaladores de los cordones montañosos en acción. Ridículo imaginarlo en estos días. Distinto piensa, por ejemplo, la estadounidense Kate Courtney, campeona mundial de ciclismo en montaña: "Nuestro tiempo llegará. Estos sueños no han sido cancelados, solo están suspendidos por un momento. La esperanza y el corazón roto pueden convivir", escribió Courtney en Instagram.
Los Juegos de Tokio se harán en 2021, pero seguirán siendo de 2020. Si el Barón de Coubertin, el padre de las competencias olímpicas, pudiera agregarle más caracteres a su imaginario "perfil de Twitter", no sólo diría que "Lo importante no es ganar, es competir": le agregaría"... pero mucho más lo es actuar con sensatez".