#Futbol Messi y Ramos que actualmente son compañeros de equipo, volvieron a tener un encuentro caliente.
A Leo no le gustó un golpecito del español durante una práctica; atrás quedaron varios Barcelona-Real Madrid muy calientes
Cuando Lionel Messi hace un año debió asumir un acelerado proceso de adaptación a Paris Saint Germain y a la ciudad, se amparó mucho en sus compañeros del seleccionado: sobre todo en Ángel Di María y también en Leandro Paredes. Muchos menos en Mauro Icardi y solo ocasionalmente en Mauricio Pochettino.
El reencuentro con Neymar fue con alguien que sabe sacarle sonrisas y predisponerlo anímicamente bien. El brasileño, ni bien supo que volvería a compartir un equipo con el rosarino, le ofreció la N° 10, gesto que Messi agradeció para luego elegir la 30.
El cosmopolita vestuario de PSG es bastante bilingüe, franco-español. Inclusive Kylian Mbappé sabe comunicarse en castellano. Lejos iba a estar Messi de sentirse un extraño, más allá de que atrás dejaba 20 años en Barcelona, su casa y el lugar al que piensa volver.
Paradojas del fútbol y del destino, quien terminó haciendo el mismo camino que Messi fue Sergio Ramos (36 años). Referentes durante más de una década de Barcelona y Real Madrid, ambos atravesaron una situación similar: ni Joan Laporta ni Florentino Pérez les renovaron el contrato, a pesar de que tanto el delantero como el defensor aceptaban rebajarse considerablemente sus salarios. La perplejidad por la situación de abandono también los identificó. Sergio Ramos, como también hizo Messi, atendió el interés que le mostró PSG.
El club sustentado por los petrodólares de Qatar reunía a dos jugadores separados durante largo tiempo por la grieta de la rivalidad del clásico español. Comparten el récord de Real Madrid-Barcelona disputados: 45, en los que Leo convirtió 26 goles (15 en el Santiago Bernabéu) y dio 14 asistencias.
Directamente, se enfrentaron en 42 cotejos; mucha agua corrió bajo el puente. Con diferentes características y personalidades, los dos representaban mucho para cada equipo. Hace un año, ambos cerraron una larga saga de partidos, más de un resultado histórico, roces, golazos, provocaciones, escaramuzas, lo que el argot periodístico español define como tangana.
¿Aquellos agrios duelos que los enfrentó durante tanto tiempo eran un riesgo para la convivencia bajo un mismo techo? No, porque en el fondo ambos son dos profesionales que conocen las reglas -y las conveniencias- del primer nivel internacional. La ambición por ganar y sumar más títulos aglutina y aparta cuestiones personales que, aun siendo picantes, no son insalvables.
Pero tantos años de rivalidad no se borran de un plumazo. No hay amnesia ahí donde hubo fuego y ardor competitivo, orgullo por la vieja camiseta, aunque ahora vistan los mismos colores. La susceptibilidad puede activar lo que quedó en algún lugar de la mente. Y sin la virulencia del pasado, en un simple entrenamiento se dio un déjà vu.
Ocurrió en la práctica del día anterior al amistoso de este lunes, en el que Paris Saint Germain goleó 6-2 a Gamba Osaka, durante la gira por Japón. En un entrenamiento informal en una mitad del campo, Messi y Ramos integraban distintos equipos.
En una acción, el rosarino lo elude y el español le toca el pie derecho, lo desestabiliza un poco; Messi sigue y define con un zurdazo rabioso. De regreso, le echa una mirada de fastidio, desafiante, a Ramos, que trata de contemporizar con una mano sobre la nuca. También le reprocha algo Messi, que durante unos segundos sigue de malhumor. Se especula con que fue algo del momento, que no pasará a mayores ni traerá consecuencias.
En noviembre, entrevistado por Marca, Messi respondía sobre el vínculo con Ramos: “Al principio fue raro, después de tantos años de rivalidad, siendo los dos capitanes del Barça y el Madrid, después de tantas peleas que tuvimos dentro de la cancha. Pero todo eso quedaba ahí dentro y siempre nos respetamos mucho, por más que hayamos sido grandes rivales. Tenerlo hoy de compañero es un espectáculo”.
El flashback trae encontronazos lindantes con la alevosía. Quizá ninguno como el Barcelona 5 - Real Madrid 0 de 2010, cuando Ramos fue expulsado por una entrada brutal contra Messi. Se armó un revuelo que siguió con un manotazo de Ramos a Puyol y la invitación a pelear para Gerard Piqué. Eran tiempos en los que José Mourinho caldeaba los clásicos contra el equipo de Pep Guardiola. En ese cotejo, Messi fue amonestado y quedó un pleito abierto con Ramos para los siguientes clásicos.
Después de aquel encuentro, Ramos mostró cierto arrepentimiento: “Es una entrada fea, sí. Me siento mal por lo que hice, pero no fue intencionado. No hay derecho a que tenga que escuchar que voy para hacerle daño. No calculo bien la acción y me equivoco dándole la patada. A Messi no le doy con la botín, sino con el tobillo; de hecho, le entro más fuerte a Lass”.
El primer clásico que los puso cara a cara fue en 2005, cuando el Santiago Bernabéu aplaudió a Ronaldinho en el 3-0 de Barcelona, dirigido por entonces por Frank Rijkaard, que sorprendió con la titularidad de un Messi con 18 años.
En el último que disputó Messi, el 10 de abril de 2021, una derrota por 2-1 en el estadio Alfredo Di Stéfano, Ramos no estuvo por lesión. Poseedor del récord de goles en el clásico, extrañamente no convirtió en los últimos seis. Y con la camiseta del PSG, la nueva versión de la rivalidad no comenzó bien: por los octavos de final de la última Champions League falló un penal en el Parque de los Príncipes y en la revancha fue uno de los tantos atónitos ante la remontada 3-1 de Real Madrid, con un hat-trick de Karim Benzema.
Llegado el momento en el que cada uno debió arrancar, ya de veteranos, un nuevo ciclo en sus carreras, Ramos tomó la iniciativa para dejar los ásperos antagonismos de lado. El zaguero central fue el primero en llegar a París e instalarse en una casa. Cuando a las pocas semanas supo que llegaría Messi, se atrevió a escribirle a su whatsapp: “Si tu familia y tú prefieren estar en una casa antes de que en un hotel, pueden quedarse en la mía”.
Messi agradeció, pero prefirió alojarse en un hotel hasta que encontró una propiedad. Desde el entorno de Ramos habían dejado trascender cuál iba a ser su manera de relacionarse: “Sergio admira y respeta mucho a Leo. Antes, la situación era la que era, ahora lo defenderá como a uno de los suyos”.
La posibilidad de defenderlo en la cancha quedó bastante reducida para Ramos en la temporada anterior. A causa de las lesiones, solo disputó 12 de las 38 fechas de la Ligue 1 y ninguno de los ocho partidos de Champions League. Ahora encaran juntos una segunda temporada, con los mismos objetivos, con antiguas hogueras atenuadas, aunque cada tanto salten chispas.