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ENTRE PASIÓN Y PROFESIÓN

#Futbol Lucía Martelli, veterinaria y figura de River, la goleadora que entró al mundo del fútbol casi sin buscarlo.

29/09/2020 |

(Por Infobae)  

Empezó su carrera casi a los 20 años, ganó una Copa Libertadores y fue convocada a la Selección. Mientras piensa en un futuro como dirigente, congenia sus dos profesiones.

Lucía Martelli tiene una sonrisa en su rostro. Acaba de salir de una cirugía en la que logró reparar con éxito una fractura en la pata de un gato. La dedicación y frialdad que pone cada vez que entra al quirófano es la misma que exhibe frente a un arco a la hora de definir. Es que la joven de 30 años no solo es veterinaria, sino que también se ha convertido en una de las figuras de River en el torneo femenino y su nombre es una “fija” en los primeros puestos de la tabla de goleadoras de los últimos tiempos.
 
“Ser deportista no era una profesión ni una vocación bien vista para mi familia”, contó la nacida en el barrio de Palermo, cuya carrera en el fútbol surgió casi por casualidad, cuando ya pisaba los 20 de años. De chica solía jugar sola o en los cumpleaños junto a sus compañeros de escuela, luego empezó a ir a la cancha a ver a Independiente con su tío y su primo ya de adolescente. Sin embargo, ser jugadora no era algo que se le pasara por la cabeza. El mandato de sus padres para ella y para sus dos hermanas era claro: una vez que terminaran el secundario, tenían que estudiar una carrera universitaria. 
 
Los tabúes en torno al fútbol femenino fueron los que alejaron a Martelli de la disciplina durante sus primeros años. “El entorno estaba relacionado a chicas de una clase social distinta a la mía, también estaba vinculado a lo masculino y era un ambiente en el que no querían que yo me metiera. Son todos prejuicios que están en la sociedad y que se van rompiendo poco a poco, pero que hicieron que yo me distanciara del fútbol a edades muy tempranas. Hay cuestiones técnicas o de coordinación que te tienen que enseñar de chica porque tienen que ver con las etapas de desarrollo del niño. El fútbol es cómo un idioma: podés aprender alemán a los 60 años, pero seguro va a ser mucho más fácil si lo hacés a los cinco. Si yo hubiese hecho inferiores en algún club, no sé dónde estaría hoy”, sostiene.
 
Al terminar la secundaria, Martelli tenía varias opciones para seguir sus estudios. Medicina, Veterinaria o Diseño de Imagen y Sonido (por su amor por la fotografía) eran las carreras que más le atraían. “En ese momento estaba en una etapa anti-seres humanos y por eso me metí con los animales”, bromeó durante su charla con Infobae.


 
Se anotó en el CBC y comenzó a estudiar. Mientras, los fines de semana jugaba a la pelota en torneos informales con sus amigas. Fue su prima, la locutora Trini López Rosende, la que le contó que en la UBA había un equipo de fútbol femenino y le recomendó ir a probarse. Lucía, que ya casi pisaba los 20 años, tuvo así su primera experiencia formal con el deporte. Pero el equipo aún estaba en formación y las condiciones no eran las mejores: el mal tiempo o el hecho de que les dieran las canchas a los varones muchas veces obligaba a cancelar las prácticas.
 
“Teníamos que conseguir nuestros propios recursos y se hacía todo cuesta arriba, pero el grupo humano era algo mágico y hasta hoy seguimos siendo amigas. Había mucha unión, amor y compañerismo. Ahí aprendí los valores más importantes de mi vida junto con los que me dio mi familia”, destacó Martelli
 
Como en la UBA las carreras son largas, las jugadoras del equipo se mantenían con el paso de los años. El funcionamiento era cada vez mejor: ganaban todos los torneos a los que se presentaban y tenían una gran hegemonía en las competencias interuniversitarias, incluso ante conjuntos de otras provincias. Fue así como llegó la invitación de la AFA para sumarse al torneo de Primera División. Se generó un debate interno y hubo una votación entre jugadoras y cuerpo técnico: la respuesta fue afirmativa.
 
“El primer partido lo jugamos en Huracán de visitante y yo hice el primer gol. Nosotras creíamos que nos iban a golear todas las semanas pero no fue así. Era increíble el nivel que teníamos y lo que habíamos aprendido. Habíamos mejorado un montón y teníamos mucha unión como equipo, algo que se notaba adentro de la cancha”, recordó Martelli, cuyo nombre empezó a aparecer en los primeros puestos de la tabla goleadoras, junto a los de futbolistas de enorme prestigio como Belén Potassa o Mariana Larroquette.
 
La UBA se convirtió en equipo sensación en el torneo de AFA: aún con menos recursos, daba pelea ante los grandes. “Nosotras todas habíamos empezado a jugar con más de 20 años y los otros equipos tenían pibas que habían jugado toda la vida, fue algo increíble. El chiste interno era que con ese equipo podíamos armar un país porque teníamos médicas, diseñadoras, ingenieras, bioquímicas...”, señaló la delantera, que por ese entonces seguía adelante con su carrera y ya había empezado a trabajar en una veterinaria de Palermo.


 
El punto de inflexión para la futbolista llegó a fines de 2017, cuando Carlos Borrello la convocó para entrenarse con la selección argentina. A pesar de que no quedó en el plantel que fue a jugar la Copa América de Chile 2018, su vida dio un vuelco. “Yo no elegí al fútbol, el fútbol me eligió a mí”, aseguró, y explicó: “El deporte me fue atrayendo. Yo era una estudiante que trabajaba y que de a ratos jugaba al fútbol, pero jamás se me había cruzado por la cabeza vivir de esto. Las circunstancias de la vida me fueron llevando para ese lado y no pude hacer otra cosa más que aceptarlo”.
 
Las oportunidades comenzaban a aparecer en el camino de una joven que dejaba de ser solo una estudiante de Veterinaria para comenzar a asumir su identidad como futbolista. Ya alejada de la UBA luego de diez años por diferencias con el cuerpo técnico de aquel entonces, se juntó a tomar algo con unas amigas. Esa noche se cruzó con Fabiana Vallejos, actual jugadora de Boca Juniors, que en ese tiempo jugaba en el Atlético Huila de Colombia, un equipo que estaba en busca de una atacante para ir a disputar la Copa Libertadores a Brasil.
 
“Estás loca”, le dijo Martelli a Vallejos cuando esta le propuso irse a jugar a Colombia. “Ni siquiera la tomé en serio”, admite la delantera, cuyo plan por ese entonces era enfocarse en su carrera y seguir jugando a la pelota los viernes a la noche con sus amigas en alguna canchita de la Ciudad. Fue su entrenador personal el que la convenció de que no tenía nada que perder. Fue así como hizo una pausa en sus estudios, armó las valijas y se fue al país cafetero a vivir su primera experiencia como jugadora profesional. La familia de Lucía no estuvo de acuerdo con la decisión, pero el enfado duró poco: unos meses después viajaron a Brasil para verla jugar (y ganar) la Copa Libertadores 2018 con el Atlético Huila.
 
“Ese torneo fue una locura. Yo venía de entrenar en una cancha de caucho hecha bolsa de la UBA a las nueve de la noche los jueves y de repente pasé a jugar en un estadio olímpico en Brasil. Nos trataban súper bien, íbamos custodiadas a los entrenamientos, la ropa era increíble, los hoteles re lindos. El grupo fue armado en poco tiempo y ese sentido de pertenencia que yo tenía en la UBA no era tan fuerte, pero teníamos otras cualidades que nos hicieron ganar la Copa. Jugué poco pero hice un gol y fue algo muy lindo. Yo me sentía que estaba en un jueguito de PlayStation porque cuando enfrentábamos a equipos brasileros las tribunas estaban llenas. Fue una experiencia única y el profesionalismo que viví ahí no lo volví a ver nunca”, relató Martelli, una de las cuatro argentinas que se alzaron con la Copa (también estaban Aldana Cometti, Eliana Stábile y la mencionada Vallejos).


 
Fueron solo seis meses en el exterior. Luego de salir campeona, regresó al país y se enfocó en su carrera universitaria. Tenía mucho que abordar para recuperar el semestre en el que había privilegiado al fútbol. Sin embargo, Martelli quería seguir entrenando. Fue así como River apareció en su vida: Daniel Reyes, entrenador del equipo Millonario, le permitió practicar con el plantel aún cuando no fuera a jugar los partidos los fines de semana. La propuesta la convenció ya que podía cursar las materias y privilegiar el estudio, pero sin perder la forma física y futbolística.
 
En marzo de 2019 la AFA anunció la profesionalización de la Primera División del fútbol femenino. Cuatro meses después, River firmó sus primeros contratos y entre ellos estaba el de Martelli, que había decidido regresar a las canchas. “Fue algo increíble. En su momento en Colombia me preguntaban si el fútbol femenino iba a ser profesional en Argentina y yo les decía que estábamos muy lejos de eso, pero de repente lo estaba viviendo y no lo podía creer”, recordó.
 
Respecto del paso adelante que significó ser consideradas jugadoras profesionales, recalcó: “El día de la firma de los contratos en River estábamos muy contentas, fue un sentimiento hermoso formar parte de esa camada. Fue una sensación de empoderamiento colectivo que iba más allá de las camisetas y de los colores. Era un logro de generaciones y generaciones de mujeres que la veníamos peleando. El logro es de todas las que firmaron contrato, de las que no, de las que siguen jugando y de las que dejaron. Fueron muchos años en los que estuvimos jugando en condiciones tremendas, poniendo plata de nuestro bolsillo, pagando la nafta de nuestros autos para ir a jugar de visitante, comprando las bebidas y las heladeritas, y hasta haciéndonos la ropa para entrenar. Que de repente el deporte sea profesional y obliguen a los clubes a pagarnos es muy emocionante”.
 
Mientras jugaba su primer torneo como profesional y, una vez más, ponía su nombre entre las goleadoras del torneo, Lucía cursaba las últimas materias y hacía las prácticas finales de la carrera en distintos consultorios. Sus días eran un caos, pero el premio fue grande. Hace tan solo un mes alcanzó el gran objetivo: tras una década de estudio, se recibió de Médica Veterinaria en la UBA.
 
“Es una carrera hermosa, pero muy demandante y exigente. Aprendí muchas cosas que luego pude trasladar al fútbol: la dedicación, la tolerancia a la frustración, no tomarte las cosas personales, confiar en vos misma, tener amor propio, aceptar las propias limitaciones y conocerse. Yo empecé a jugar al fútbol de grande y siento muchas inseguridades, por eso aplico todas esas cosas”, señaló la veterinaria, que se especializa en traumatología.


 
Lucía trabaja en una veterinaria de Palermo desde que estaba en el tercer año de la carrera. También atiende animales en otros locales y asiste a cirujanos de manera particular. Además, hace atención de mascotas a domicilio. Todo eso mientras se entrena y se pone al día de cara a la próxima temporada con River.
 
“Hoy el sueldo de futbolista me permite no tener que vivir tan a mil con la veterinaria. Trabajo mucho porque me gusta y porque quiero seguir aprendiendo y desarrollándome. Es difícil congeniar las dos cosas, con la cuarentena me pude acomodar mejor pero cuando volvamos a entrenar presencial va a ser un poco más difícil”, reflexionó.
 
Pero, ¿Martelli es una futbolista que estudió Veterinaria o una veterinaria que juega al fútbol? “La relación entre la veterinaria y el fútbol se fue dando vuelta con los años y casi sin darme cuenta empecé a generar cosas y a cumplir objetivos que ni siquiera me había imaginado en el deporte. Yo siempre dije que iba a ser veterinaria y que quería ser cirujana, pero de repente la vida me va llevando para el lado del fútbol. Si yo pudiese dedicarme sólo al fútbol y no hacer otra cosa, lo haría. Pero no puedo hacerlo y no me gusta hacer las cosas a medias, por eso sigo formándome como veterinaria”, respondió.
 
Aunque aún tiene por delante varios años como jugadora, la goleadora ya piensa en su futuro. Le gustaría ser dirigenta en algún club u organismo para trabajar en el desarrollo del fútbol femenino. “A raíz del momento histórico que estamos viviendo como mujeres en el fútbol en Argentina, en la región y en el mundo, y viendo las necesidades que tenemos como mujeres futbolistas y como deportistas en general, me fui interiorizando e interesando en la gestión la política y la dirigencia del fútbol femenino tanto a nivel local, con los clubes y la AFA, y a nivel internacional, con Conmebol y FIFA. También miro a la ONU o a los organismos que tratan la temática de género, de derechos y de la inclusión de la mujer en el deporte. Ojalá pueda aportar algo ligado al fútbol”, se ilusionó.


 
En ese sentido, consideró que su título universitario y su conocimiento del idioma inglés la pueden ayudar en ese camino, y continuó: “En un momento pensaba en jugar al fútbol hasta los 35 y después dedicarme a la veterinaria pero hoy no sé. En el fútbol masculino hay jugadores que pasan a ser dirigentes y eso es porque ellos más que nadie entienden las necesidades de los planteles y de los equipos. Cuando están del otro lado del escritorio pueden decidir. Creo que las mujeres tenemos que ocupar esos lugares de toma de decisión cada vez más. En la mayoría de los organismos los cargos están ocupados por hombres y yo me pregunto qué pueden saber ellos de las necesidades del fútbol femenino. Yo le puedo contar a un dirigente que me faltó una escuelita de fútbol en mi colegio cuando era chica o que me faltaron botines y ni hablar de lo que pasa en los barrios más humildes donde no hay tanto acercamiento al deporte, pero yo creo que puedo aportar desde mi experiencia para alcanzar todo eso que nos falta y para apuntar a todo lo que se puede desarrollar”.
 
A pesar de que tuvo ofertas para irse a jugar a España y a Italia, la delantera decidió quedarse en River y firmar una renovación de su contrato. Tiene entre ceja y ceja la idea de ganar un título con el conjunto millonario luego de que el último torneo no pudiera terminarse por la pandemia de coronavirus. “Hasta que no gane algo con River no me voy a ir”, advirtió Martelli, y explicó: “Tenemos un grupo muy lindo. Con el tiempo nos fuimos uniendo y afianzando, entramos en confianza y en los últimos partidos era increíble lo que habíamos crecido y lo que habíamos madurado. Se notaba que ya teníamos un estilo de juego marcado y era lindo ver nuestros partidos. Eso me da orgullo. Además, queremos tener revancha con Boca y ganarles (las Millonarias perdieron 5-0 en la Bombonera)”.
 
Otro sueño que le queda por cumplir es el de tener una nueva oportunidad en la Selección. “Ponerte la celeste y blanca es un orgullo. Me gustaría volver a estar. Es uno de mis objetivos a corto plazo y entreno día a día para conseguirlo”, resaltó, dejando en claro que la pelota hoy le gana a los estetoscopios, los consultorios y las mascotas. “Hoy el fútbol es mi profesión y la veterinaria es un hobbie”, concluyó Martelli, para no dejar lugar a dudas.

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