#Futbol La arquera de la selección rechazó una oferta para continuar en San Lorenzo para hacer su primera experiencia en el exterior.
(Por Infobae)
Rechazó una oferta para continuar en San Lorenzo y decidió hacer su primera experiencia en el exterior. "Estoy en un momento de madurez", asegura.
Su trabajo como cajera en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez (Santa Fe), la vida cotidiana de sus hijos mellizos de seis años, la oferta para continuar en el arco de San Lorenzo. Todas esas cuestiones pasaron por la cabeza de Vanina Correa cuando se le presentó la posibilidad de irse a jugar al fútbol a España. Sin embargo, sus ganas de hacer su primera experiencia en el exterior la llevaron a crear un dispositivo para dejar ordenada su vida en Argentina e ir en busca de sus sueños. Así, a los 37 años, la arquera de la Selección se sumará a la Legión Albiceleste en Europa.
“La cuarentena, el hecho de estar encerrada y de tener tiempo para pensar me hizo darme cuenta de que me gustaría tener la experiencia de jugar un torneo del nivel de la liga de España. Nunca lo había hecho y decidí probar”, contó Correa en diálogo telefónico con Infobae desde Rosario, donde vive con su hija Luna y su hijo Romeo.
Ser una de las grandes figuras del elenco argentino en el último Mundial y haber atajado un penal nada más ni nada menos que ante una potencia como Inglaterra le valió a la arquera el reconocimiento que se le había negado durante muchos años y también le permitió recibir algunas ofertas para irse a jugar afuera. Sin embargo, en ese momento, optó por quedarse en el país para jugar en la primera edición de la Liga semi-profesional de AFA con San Lorenzo y “hacer el empuje para que el fútbol femenino crezca”, según sus propias palabras.
La comodidad de tener una familia asentada en Rosario y un trabajo estable en Villa Gobernador Gálvez también conspiraban contra esa idea de irse. “Los mellis acá tienen todo y por ellos tomé la decisión de quedarme en su momento”, sostuvo. Sin embargo, la pandemia hizo un click en su cabeza.
Aceptar la oferta del exterior implicó comenzar a armar una serie de procedimientos: Correa pidió una licencia de un año en su puesto en la Municipalidad y empezó a tramitar la VISA de trabajo para viajar a España. Por el momento, irá sola. Por las dificultades que ha impuesto el brote mundial de coronavirus, sus hijos se quedarán Argentina, al cuidado de sus padres y la familia ampliada (tíos, cuñados y primos).
Aunque todavía no ha sido oficializado, el club en el que jugaría la argentina sería el Espanyol de Barcelona, que milita en la Liga Iberdrola, la Primera División de España. “Pude mirar algo del torneo, que es uno de los mejores del mundo. Hay muchas jugadoras muy buenas y las europeas deciden mayormente jugar ahí. Es una liga profesional desde hace mucho tiempo y es un torneo súper competitivo de principio a fin. Hay equipos que se están renovando y va a ser una competencia bastante difícil”, consideró la arquera.
En el último mercado de pases, fueron muchas las jugadoras que decidieron seguir su carrera en el exterior. Salvo Dalila Ippólito (Juventus de Italia) y Mariana Larroquette (Lyn de Noruega), el resto eligió España como destino, y así pasaron a engrosar la Legión Albiceleste que participa en la Primera y la Segunda División ibérica.
“Hoy el fútbol argentino está más visibilizado y hay partidos televisados. Además, la jugadora argentina tiene calidad y buen pie. Por eso nos empiezan a mirar, a seguir y buscan contratarnos. Antes, las que se podían ir eran las que tenían un video o un representante con un contacto, hoy los clubes buscan a las jugadoras y eso está bueno”, analizó la ex futbolista de Rosario Central; Boca, Banfield y Social Lux, entre otros.
Respecto de las razones que han llevado a muchas a irse a jugar fuera del país, opinó: “Lo económico es una ayuda y permite a la jugadora vivir del fútbol, pero creo que pesa más lo deportivo: tener la experiencia de jugar afuera, en otro fútbol y de tener otra exigencia. La realidad es que no te vas a hacer millonaria ni vas a sacar una gran diferencia afuera, pero podés estar bien y tener un ahorro”.
El inicio de la cuarentena implicó una interrupción en la vida normal de Vanina, pero el parate fue breve: el 15 de abril pasado se reincorporó de manera presencial a su trabajo en el sector de cajas de la Municipalidad. Ella era una de las pocas personas designadas a ir a las oficinas para mantener una guardia mínima en la atención al público. Esa normalidad se cortó hace una semana cuando comenzó la licencia anual que significa que le guardarán el puesto hasta que decida volver dentro de ese lapso.
“La idea por ahora es irme un año, volver y seguir en San Lorenzo”, aseguró. El Ciclón fue el club que le abrió las puertas a mediados de 2019 y con el que firmó su primer contrato profesional como jugadora de fútbol, a los 36 años. “Tengo una relación muy linda con el club. Ellos tenían la esperanza de que yo siguiera y por eso me costó muchísimo despedirme. Me ha tocado compartir con un grupo muy lindo y muy unido. Desde que llegué me hicieron todo súper fácil y me acompañaron en cada momento. Mis compañeras, el cuerpo técnico y los dirigentes me hicieron sentir importante, y eso para una jugadora es muy lindo. La institución, además, le dio mucha importancia al fútbol femenino, eso se notó y todas las jugadoras estamos súper agradecidas. Mi idea es volver al club cuando termine mi contrato afuera”, insistió.
La arquera de la Selección aún no tiene fecha para viajar a España. Está esperando que le aprueben algunos papeles para poder presentar el pedido de VISA de trabajo en el Consulado en Rosario. Sus compañeros de la Municipalidad son los que la ayudan con todos los trámites, que deben hacerse de manera digital por la pandemia. “Es todo un caos y yo soy un desastre con esas cosas. Por suerte los chicos de mi trabajo me dieron una mano”, expresó, agradecida. Sería difícil imaginarse a un jugador varón teniendo que afrontar estas cuestiones por su cuenta.
Por momentos a Vanina la invade la ansiedad, pero trata de no pensar tanto. De a ratos, además, suena desde la televisión de su casa la publicidad que filmó junto a sus “mellis” para una marca líder de lácteos de la Argentina. “Me sorprendió que me convocaran para hacerla. Fue raro que una marca tan grande se haya fijado en una jugadora de fútbol, que no es algo tan vistoso. Hicieron una apuesta y estoy agradecida”, comentó con humildad y reveló que, al verse en la pantalla, Luna infla el pecho y se pone súper orgullosa, mientras que Romeo, que tiene una personalidad más parecida a la de su mamá, se limita a sonreír tímidamente.
“En este momento de su carrera, este es un gran premio para Vanina. Se lo merece, pero igualmente no nos conformamos y vamos por más porque tiene cuerda para rato”, señaló Luis Loredo, el representante de la única jugadora que estuvo en los tres Mundiales que disputó la selección argentina (2003, 2007 y 2019).
Correa coincide en que está en un gran momento. Al igual que en la rama masculina, las arqueras alcanzan su mejor desempeño con los años y ella siente que ha alcanzado esa instancia. “Estoy en ese momento en el que una asume las responsabilidades y se toma con más calma el error. De chica, eso es algo que sufrís y padecés. Esa etapa yo ya la pasé. Hoy solo quiero disfrutar los partidos, los momentos y la exigencia que genera ir a una liga como la española. Es un momento de madurez en el que quiero disfrutar de cada paso que doy”, destacó.
Pronto, la arquera se mudará a Barcelona, una ciudad en la que nunca estuvo antes. “He ido a Bilbao y a los Países Vascos, y me quedé enamorada de lo que vi”, recordó. Una vez que llegue a España se reunirá con el cuerpo técnico de su nuevo club para saber cómo son las rutinas de entrenamientos y las pautas de trabajo. Por el momento, mantiene la comunicación por teléfono o vía Zoom. Todavía no puso un pie en el Viejo Continente, pero ya piensa en regresar a la Argentina para las Fiestas en diciembre y ahí sí sumar a Luna y Romeo en su aventura del otro lado del océano.
Vanina Correa, la que empezó su carrera con 17 años en Rosario Central allá por el 2000, la que se retiró en 2010 para ser mamá, la que volvió a jugar al fútbol años después por pedido del entrenador de la selección Carlos Borrello, la que estuvo en tres Mundiales, la que ataja como profesional en Primera División, la que cría a sus dos hijos mientras trabaja en la Municipalidad, sigue escribiendo su historia grande como mujer trabajadora y luchadora, dentro y fuera de la cancha.