#Futbol Estuvo preso 88 días, preside al club Almirante Brown y ahora llegó a la mesa chica de la AFA de la mano de Tapia.
(Por La Nación)
En enero de 2019 Maximiliano Levy asumió como presidente de Almirante Brown sin más vínculos con el fútbol que los que marcaban sus antecedentes judiciales: en 2013 pasó 88 días preso en el penal de Ezeiza por el encubrimiento de Maximiliano Mazzaro, su amigo de la infancia, entonces líder de La 12, acusado de asesinar a un vecino. Un año y medio después, Levy ya no es sólo el presidente de uno de los clubes más populares del ascenso argentino: la asamblea virtual que proclamó a Claudio "Chiqui" Tapia como presidente de la AFA por unanimidad hasta 2025 también le cedió un lugar en la mesa chica del fútbol argentino, como prosecretario ejecutivo.
"Los cargos en AFA son de los clubes. Las personas no tienen mucho que ver, el rol es el del club. En mi caso cuando llegamos a Almirante era un club que estaba muy desordenado, con muchos años de mucha violencia. Estuvimos tres años jugando sin público, sin poder vender entradas. El laburo de revertir esas situaciones y enderezar el barco hace que nuestro ascenso en la casa del fútbol también haya sido repentino", explica Levy. ¿Su rol? Durante la asamblea fue quien propuso la modificación del estatuto que crea la Liga Profesional en reemplazo de la Superliga.
¿Quién te propuso para el cargo en la AFA?
Me llamaron y me lo comunicaron, igual que cuando me eligieron para ser el presidente de la mesa de la B, lo que me sorprendió más porque recién empezaba. Tuve el apoyo de Pipo Marín (Acassuso), del presidente de Los Andes (Víctor Grosi). Creo que va de la mano de lo que hicimos durante un año y de lo que saben que podemos hacer. La Matanza es casi una provincia, son tres millones de habitantes. Que por primera vez en 98 años el club tenga un representante en el Comité Ejecutivo es algo lindo. Las cuestiones deportivas en un dirigente de fútbol se acompañan haciendo las tareas bien. Y creo que las hicimos. Organizamos un partido nocturno a beneficio con 18 mil personas contra Laferrère. Jugamos tres partidos consecutivos de visitante con gente y nunca tuvimos un desmán. Estamos hablando de un club que por distintos hechos de violencia debe ser récord en la Argentina. Y creo que es un reconocimiento a ese trabajo el que lleva a este presente personal.
¿Qué es lo que te mueve a meterte en la gestión de un club y, ahora, en la mesa chica del fútbol argentino?
En mi vida no tuve muchas cosas que me apasionaran hasta que encontré esto. Chiqui Tapia es un tipo muy especial, las sensaciones te las hace vivir con él. No es un tipo que te mantiene al margen de las problemáticas ni de las propuestas. Es un tipo que siempre propone, como propuso ahora con el tema de la finalización del campeonato. Me dijo: 'Maxi hace una reunión para mirarnos a la cara y lo decidimos entre todos, no lo voy a definir yo'. Y eso hace que te dé un montón de ganas. Que tu líder te haga partícipe es lindo, sobre todo si esa participación es real. Porque hay veces que te dicen vení, pero después lo que decís no importa. Si tu participación es valorada hace que lo hagas con muchas más ganas.
Era sabido que tu designación iba a generar polémica por tu pasado. ¿Lo sentís como una banca personal del presidente de la AFA?
Tapia es una persona que te pone a prueba, te mira, te evalúa. Y yo le demostré que no soy eso que pintan en los medios, que siempre está acompañado de distintas frutillitas que van decorando algo que realmente fue una cosa que me pasó en la vida que no me marcó, porque no lo tomé como una represalia para mí. Sí me dejó un mote de algo que nunca fui. Jamás en mi vida me paré arriba de un paravaalancha. Yo nunca voy a esconder mis amistades, menos las de toda la vida. Yo tenía una amistad con Mazzaro. Después cada uno sabe a lo que se dedica en la vida. Y creo que Chiqui supo separar todo eso y ver mi trabajo y mi voluntad de mejorar algo.
Cómo fue que ayudó al líder de La 12
Levy, de 45 años, asegura que es hincha y socio vitalicio de Almirante Brown pero también es "simpatizante de Boca, porque así me hizo mi abuelo que antes de venir a La Matanza se crió en Pilar". En 2013, cuando regresaba de ver un partido del Xeneize en Ecuador, fue detenido por el encubrimiento a Mazzaro, con quien se conocían "desde chicos del barrio, del club, de la zona". Levy le dio un auto y un teléfono para que el ex líder de La 12 "se pudiera mover" mientras era buscado por el asesinato de Ernesto Cirilo. "Mucha gente no me conoce, piensa que ando con ametralladoras en el baúl. Soy un pibe común y corriente que en su puta vida había pisado una comisaría hasta que vino un amigo y me dijo 'me pasó esto, esto y esto'. Y le dí una mano. Y lo asumí, a la Justicia le dije que sí, que lo hice", asegura a siete años de aquel episodio.
Cuando asumió como presidente de Almirante Brown, tras ganar la elección por apenas 33 votos, Levy tenía la prohibición de concurrencia a los estadios impuesta por el titular de la APreViDe, Juan Manuel Lugones, que declaró: "Vamos a pedirle a AFA que evalúe la situación de Almirante Brown. No queremos complicidades con las mafias en el fútbol, ni con barrabravas, ni con ex barrabravas que intentan blanquearse en las comisiones de los clubes". Con el correr de los meses, su relación con Lugones mejoró gracias a la mediación de Tapia: la APreViDe aseguró que Levy ya había sido sobreseído por la Justicia y que podía ingresar libremente en la cancha.
"La estigmatización depende de lo que careta que seas en la vida, del punto de vista que quieras mostrar. ¿Vos alguna vez escuchaste que digan 'estamos desde el Balneario 12, del ex barrabrava Augusto Digiovanni'? Yo soy amigo de Augusto, ¿eh? Tengo la mejor, es un pibe re laburador que le gustaba ir a tocar el bombo en La 12. Y lo saben todos. Y fue dirigente con Angelici. Y TyC Sports hace todo un programa desde ahí, pero no dice nada. Ahora cuando vienen a la cancha de Almirante Brown me tratan de barrabrava".
¿Qué te dejó el haber estado 88 días en la cárcel?
No me dejó secuelas, me dejó enseñanzas. Y mucha tristeza en mi familia porque vivieron días feos, tristes. Es parte de un pasado que no lo llevo ni como orgullo ni como bandera. Me sucedió y me dejó una marca porque me lo sacan cuando le quieren poner mala leche a algo, como si yo fuese un delincuente o un asesino. Pero yo jamás fui un barrabrava, jamás me subí un paravaalancha.
¿Por qué si estabas descreído de la Justicia y de la política decidiste meterte en un ambiente de gestión y de toma de decisiones?
Nunca había sido vocal ni había participado de una comisión directiva. Yo toda la vida tuve un buen pasar económico, jamás me faltó nada. Mi viejo tuvo agencia de camiones Mercedes Benz, yo tengo restaurantes y boliches bailables. No sabía que esto me iba a gustar. Y me apasionó, me cambió la cabeza. Siempre fui muy descreído, pero ahora que me toca la responsabilidad de dirigir sé que se pueden cambiar muchas cosas. Es un laburazo, Almirante Brown me consume todo el día. Pero me dio ganas de ver, de copiar, de mirar y de hacer. Creo que tenemos la posibilidad histórica de cambiar un montón de cosas del fútbol argentino que nunca se cambiaron. Lo inicié en mi club y creo que lo podemos seguir en otros lados.
Integrante de la nueva camada de Chiqui Tapia
Un par de Levy en el Ascenso, que también forma parte de la nueva camada a la que Tapia busca foguear, lo define como una persona que "lo que no tenía de trayectoria en el fútbol lo contrapesó enderezando a un gigante del fútbol metropolitano, un club que no es para cualquiera: peso político y una barra históricamente fragmentada con mil internas que habían dejado una pésima imagen del club". Almirante Brown es nada menos que el club más representativo del municipio más grande de la provincia más importante del país. Y además de eso es un club con antecedentes violentos.
"En los últimos 30 años nos sacaron 45 puntos, un campeonato entero de puntos que perdimos por nuestra culpa. Porque los problemas de Almirante Brown los creó Almirante Brown. Pero estamos en camino de resolverlos". El presidente dice que "encararon la situación de la violencia como encaró Ringo Bonavena a la tormenta, no hay otra forma". Y detalla: "Planteé una manera de un diálogo, para que el hincha y el socio entienda que la pelea es de todos, de los 10 mil normales contra los cincuenta estúpidos que son violentos, si es que llegan a 50. La única manera es entre todos: tienen que hacer sentir el repudio al que hace las cosas mal, al que daña al club".
Reconocés que hay violentos en el club. ¿Qué se hace: se los saca, se los enfrenta o se pacta?
Se van corriendo solos. Como todo en la vida. Si la manada te rechaza, se autoexcluyen solos. Es un laburo grandísimo que sin el apoyo de la gente es imposible. Creo que la meta es que se termine cualquier acto de violencia y que vuelva la gente a la cancha: pusimos pelotero, payasos, los chicos de las inferiores entran gratis, los vamos arrinconando para que entiendan que o se vive una fiesta o no la pueden vivir porque se tienen que ir otro lado. Hay cosas que son difíciles. Los operativos policiales en el club son nada más que los días de partido. De lunes a viernes es el mundo real. Y estás solito. Hay algunos que tienen carácter para bancar esas cosas que las debieran bancar la Justicia o el Estado. Y otros no. Pero yo sabía en lo que me metía.